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21 pero a nuestro regreso, cuando acampamos para pasar la noche, descubrimos que en la boca de cada uno de nuestros costales estaba el dinero que habíamos pagado, la cantidad exacta. Ahora lo hemos traído para devolverlo; 22 y también hemos traído dinero para comprar más alimento. De veras que no sabemos quién pudo poner el dinero en nuestros costales.

23 El mayordomo respondió:

— Quédense tranquilos, no tengan miedo. Ha sido su Dios, el Dios de su padre, el que ha puesto ese dinero en sus costales; el dinero de ustedes lo recibí yo.

Luego hizo que trajeran a Simeón

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